La desigualdad ya estaba ahí

Desde la mesa

En el 2021 sólo 3 de cada 10 jóvenes de entre 18 y 22 años estudiaba la Educación Superior y, por si fuera poco, el servicio de educación superior que ofrece el Estado mexicano incrementa la desigualdad, eso según información de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

La tasa neta de estudiantes de educación superior en México fue compartida por Luiciano Concheiro Bórquez, subsecretario de educción superior de la SEP, durante el Coloquio Nacional “Los Rostros de la Desigualdad” realizado en abril del 2022 por el Seminario de Cultura Mexicana en Veracruz.

Del total de jóvenes inscritos y que estudian la universidad, 8 de cada 100 terminará; algunos abandonarán los estudios por desagrado, otros por la necesidad de trabajar, pero lo curioso es que mientras la palabra “desigualdad” es la justificación de servicios como la Universidad Pública, el mismo servicio genera más desigualdad. Los jóvenes con mejor calidad de vida o que se ubican en los deciles de ingresos más elevados en México son los que más se benefician del servicio que, además, nos cuesta más por cada estudiante.

El dato no lo aporta mi mente torcida por el amor al Libre Mercado, sino los estudios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en el “estudio sobre la distribución del pago de impuestos y recepción del gasto público por deciles de hogares y personas” en el que se expone que, de entre todos los servicios públicos, la Educación Superior genera más desigualdad y eso que no es gratuita (aún).

Los datos de 2018 y 2020 exponen que los deciles de mayor ingreso explotan más el servicio de Educación Superior que ofrece el Estado mexicano, impactando de forma regresiva la desigualdad.

¿Cómo podemos justificar un servicio público que se sostiene con recursos aportados por todos y todas las mexicanas, desde los deciles más bajos y más altos, pero que incrementa la famosa desigualdad entre deciles?.

De hecho, en 2018 fue el servicio que más impacto regresivo tuvo en la lucha contra la desigualdad en México.

Derecho indiscutible

El Derecho a la Educación es un tema indiscutible (No debería serlo) y en México declamado por alumnos desde primaria; el Artículo 3 de la Constitución es quizá el más conocido por cada ciudadano de este país, como lo memorizamos y casi todos lo ejercemos se ha vuelto un hecho grabado en roca. La educación debe ser gratuita. No se discute (debería).

Sin entrar en detalle sobre el citado derecho, porque nos llevaría decenas de miles de caracteres, pongamos especial atención en la Educación Superior gratis. ¿Se lee bonito verdad?. Educación Superior para todos y todas. Aulas, maestros, equipo, campus y bibliotecas sin pagar un peso. “Sin pagar”.

Esa es la promesa de la Ley General de Educación Superior aprobada en el 2021 y que vino a revolucionar la idea de acceso gratuito y universal a las universidades públicas, claro: una vez que se termine de conformar el Fondo Federal, Especial, para la obligatoriedad y gratuidad de la educación superior.

Por cierto: Desde el 2022 no se ha creado o aportado recursos a dicho “fondo”, pero la alabanza al logro y aplauso a la propuesta aprobada del Régimen se escucha entre aquellos y aquellas que llevan la marca de moda en la casta política mexicana.

La realidad

Diputado Jacobo Mendoza, en el pleno del Congreso del Estado de Sonora.

Al respecto dialogamos con Jacobo Mendoza Ruiz, Presidente de la Comisión de Gobernación en el Congreso del Estado y legislador por Morena en Sonora, no sobre dicho fondo para la gratuidad de la educación superior, sino de la gratuidad en sí misma; porque hacer que la Universidad Pública sea gratis es “buena onda”, pero incrementa la desigualdad.

Personalmente creo que si la Universidad pública genera desigualdad con el costo actual, al quitarle todo costo sería peor, pero el diputado local no lo cree así y considera que la Educación Superior Gratuita no aumentará la desigualdad pues la desigualdad se genera fuera del servicio de las universidades.

“Yéndonos a un debate más de fondo, no es la universidad la que generó o incrementó las condiciones de desigualdad, es el esquema social de país, de nación. A ver: a la Universidad llega el que tiene dinero, como el que no tiene; llega el que llega en camión o un camionetón. Ahí está el reflejo de la diversidad, pero de la misma oportunidad que tienen los dos”, nos explicó.

Aunque la idea de la educación gratuita se justifica en que la inversión del recurso público genera la posibilidad de mejorar la calidad de vida de todos y todas, según la explicación del legislador el hecho de que el servicio mismo genere desigualdad no es asunto del servicio sino del sistema…  

“Ahora bien, eso le genera una desigualdad porque yo pudiendo pagar no pago y porque tu que no tienes no pagas, bueno eso no te lo creó la universidad, esa desigualdad viene de tu condición socioeconómica. No creo que debamos interpretarlo así: que es la Universidad la que te incrementa la desigualdad”, expresó Jacobo Mendoza.

Entendido

La sociedad política sonorense, esa que ocupa los puestos de Poder Público para ayudarnos a disminuir la desigualdad y que lucha contra la balanza inclinada por la riqueza desmedida aplica las propuestas a conveniencia pero las explica electoralmente.

La explicación del legislador justifica la garantía de la educación superior gratuita y si un joven tiene que trabajar para sobrevivir lo que le impide estudiar en la Universidad Pública es asunto del sistema. Por lo tanto, que el sistema genere condiciones para que el hijo de una familia de clase media o alta estudie en la universidad pública sin pagar, mientras el hijo de una familia pobre no, no es suficiente razón para cuestionar el servicio.

De esta forma la Universidad Pública, creada para mejorar la calidad de vida de los más desfavorecidos, incumple y empeora la razón que justifica su existencia, pero beneficia a una comunidad integrada por la clase media y alta que se ha sacado provecho de un servicio público cargado a todos por igual. Es “la izquierda caviar” que domina México y América Latina, esa a la que no lo importa cargar el costo de la educación superior a todos y todas, culpando la exclusividad de servicio al neoliberalismo y actuando como clase sosteniendo algo que no funciona para todos, sólo para ellos.

¿Por qué esa lucha de clases no le importa a esa izquierda?

Porque es muy posible que todos terminen trabajando en la academia de la educación superior hablando del sistema, del neoliberalismo y de los pobres con menos oportunidades, sí, esos que no llegan al salón de clases por culpa del sistema y que sostienen el sistema con sus impuestos y normatividad. ¿Por qué para ocupar un puesto importante en el gobierno de un país con poco acceso a la universidad necesitas “acreditar conocimientos”?.

La educación superior, por la relación cantidad de alumnos y presupuesto, es la que más gasto público por estudiante representa en México.

Ni hablemos del impacto que tiene en el mercado laboral tener egresados con licenciaturas desesperados por obtener un puesto laboral para el que no se necesita educación superior como recepcionista, operador o puestos gerenciales menores, desplazando a los que no pudieron llegar a la universidad, que con prepa podrían tomar esos mismos puestos de trabajo, pero esa es otra historia.

La realidad de la clase política mexicana es que sigue defendiendo los servicios que generan las oportunidades laborales que sostienen su estilo de vida, cargándonos el costo a todos los demás. Sólo ellos y ellas con sus maestrías y doctorados ocupan los puestos de mando en secretarías, universidades, instituciones y colegios de estudios superiores. Ellos nunca aceptarán que su estilo de vida aumenta la desigualdad. La desigualdad ya estaba ahí…

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