Los otros números
Cuestionar la criminalización la pobreza es la salida fácil para evitar la responsabilidad de combatirla, porque ser pobre no nos hace criminales, pero sí propensos a las actividades ilegales para sobrevivir ¿o no?
Los hechos violentos que vivimos en México nos hacen enfocarnos en la “numerología”, pero siempre en el lado equivocado, el que se manipula según el interés político de turno. Disminuye el 21% el número de homicidios desde que inicia un plazo.
Se asevera, se presume y se hace noticia sin importar que ese plazo sea apenas un trienio, un cuatrienio o casi un sexenio. La verdad es que la violencia en México durante los últimos 23 años se encuentra en un punto de inflexión.
Después de un rango las cosas mejoran o empeoran. Claro que ese análisis es posible porque no incluimos otros números relacionados con la violencia y los homicidios como las desapariciones y eso lo diferenciamos porque aún es posible creer que una persona desaparecida no es lo mismo que una persona asesinada -aún-.
Será bueno sumar
La estadística que se expone en el portal de la Comisión Nacional de Búsqueda (las cifras cambian constantemente) indica que en México hay más de 81 mil personas desaparecidas entre el año 2000 y el 2022, un concepto que se usa para diferenciar los casos de víctimas no localizadas por sus familiares y que hace referencia a la sospecha de actividades ilícitas de la persona sin paradero, es decir: Un desaparecido posiblemente lo esté porque se dedicaba a una actividad ilegal y una persona no localizada quizá haya escapado de casa y no quiera ser encontrada.
Pero ¿qué hay de los otros números? ¿Qué pasa si salimos de los más de 448 mil homicidios dolosos en 22 años (2000-2022) y los más de 80 mil mexicanos y mexicanas desaparecidos en el mismo lapso?
Nada, porque nadie pone atención en los otros números y por ende la discusión se enfrasca en quién suma más muertos y desaparecidos según la forma de medir. Debido a ello quiero agregar otros números al análisis e intentar exponer por qué la prohibición y los balazos o abrazos no funcionan hoy y nunca.
Consumo en crecimiento
El origen del negocio que provoca estos índices de violencia es el tráfico de drogas, armas y personas. El narco en México se ha extendido y ahora podemos agregarle otros negocios como los vapeadores y hasta algunas marcas de cigarros que, en determinadas zonas de México, se distribuyen de forma exclusiva, legal, pero con presión ilegal.
¿Qué pasa en México que el consumo de drogas ilegales se incrementa pese a que todos y todas hablamos de la violencia? Cuando revisamos el Informe sobre la Situación de la Salud Mental y el Consumo de Sustancias Psicoactivas en México -con datos de 2016 porque no hay nuevos- se expone cómo las personas han aumentado el consumo de sustancias ilegales.
Además, las causas por las que en el último año (2021) las personas que respondieron a las encuestas del estudio han consumido alguna droga, legal o ilegal, pueden resumirse en dos ideas: para sentirse bien y para saber qué es. Acaso abandonar el estrés, dejar de sentir soledad o combatir la ansiedad no es intentar sentirse bien.
El deseo de sentirse bien es abastecido por un mercado ilegal que deja cada año -según datos del 2016 expuestos en el libro Narconomics- alrededor de 300 mil millones de dólares al año en el mundo y en México, analistas y opinadores dicen que este negocio deja más de 600 mil millones de pesos cada 365 días.
Hagamos negocio
Hay informes de la ONU indican que cárteles de la droga “lavan dinero” por montos superiores a los 20 mil millones de dólares, por lo que es obvio que los 600 mil millones de pesos de ingresos son apenas una parte de todo el negocio.
Con esta cantidad de dinero y un incremento constante en el consumo es lógico pensar que la empresa requiere personal y de forma permanente ante la incesante rotación generada por cientos de miles de muertos y desaparecidos -sólo en México-. Cuando un vendedor desaparece, otro debe abastecer al cliente.
Cuando un distribuidor es abatido, otro debe ocupar el lugar que gana un porcentaje de los cientos de millones de pesos que son generados cada año por los millones de consumidores en el mundo, de manera que ahora se necesitan guardias, vigilantes y protectores.
¿Cuál es el origen de los aspirantes delincuentes si todos y todas se aterrorizan de la violencia? De un país incapaz de generar otra forma de mejorar la calidad de vida. Estos son los números que debemos exigir sean alterados, revertidos y eliminados.
Empleos directos e indirectos
Un país que ha mantenido su salario promedio entorno a los 16 mil 100 dólares desde el 2000 hasta el 2022, dato que interesante, pero al inicio del milenio el tipo de cambio peso-dólar era de 9.5 pesos por cada billete de Estados Unidos y en el 2022 rondó los 19 pesos, es decir: cuando inició la administración del presidente Vicente Fox un mexicano ganaba en promedio 152 mil pesos al año y para el 2022 la suma es de 313 mil pesos al tipo de cambio de 19.50 pesos por dólar.
Nominalmente es buena onda, sí, pero en capacidad de compra no. Si en el 2000 tu ingreso anual era de 152 mil pesos y en el 2022 deseas comprar lo mismo, mantener, seguir consumiendo lo que adquirías cuando Fox fue presidente, necesitas ganar 399 mil pesos. La diferencia es de casi 150 mil pesos o siete mil dólares, el salario promedio no ha subido 7 mil dólares en 22 años. Haz la cuenta con tu ingreso.
¿Por qué si sube el salario mínimo de forma histórica? porque la riqueza de México no ha crecido en 22 años. El PIB de México en el 2000 fue poco menos de 1 billón de dólares y para el 22 la cantidad apenas superará el billón. Nuestra economía ha crecido alrededor de 400 millones de dólares en 22 años. El PIB per cápita pasó de los 7 mil 200 USD a los 10 mil en el mismo lapso.
La falta de riqueza se compensa con la informalidad. En el 2000, en México, la tasa de ocupación en el sector informal era del 27%, para el 2022 el porcentaje de personas que laboran en informalidad en el país fue del 55.1% según la ENOE y cuidado, porque el salario promedio es la suma de todos los ingresos registrados por los patrones a las instancias de Seguridad Social entre los empleados formales, no incluye la informalidad.
En realidad somos pobres
Aunque podría parecer buena noticia el dato de trabajos formales, eso sólo impacta a la mitad de los trabajadores y cuando no hay riqueza suficiente las personas aceptan trabajar por menos del salario mínimo o bien por el monto mínimo, pero en la informalidad.
Esto pone relevancia al 70% de mexicanos que viven en pobreza o pobreza extrema según sus ingresos que mide el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). En el 2016 el 65% de los mexicanos eran pobres o pobres extremos según sus ingresos y para el 2020 el 70%. Esperemos las cifras del 2022.
Aunque algunos mexicanos aceptan trabajar dentro de la informalidad, hay otros que están dispuestos a asumir más riesgo y peligro a cambio de ingresos superiores al salario mínimo aunque éste llegue a los 500 pesos en algún momento de la historia del país.
La violencia tiene origen en lo que las bandas del crimen están dispuestas a hacer para asegurar su negocio y eso depende de la cantidad de personas con deseos de participar cómo sea en un negocio que es, aparentemente, lucrativo para todos sus miembros.
Pero además de ser lucrativo tiene vacantes permanentes y eso en un país donde el esfuerzo y la dedicación no son suficientes para generar riqueza porque no hay más riqueza, la oportunidad de trabajar en actividades ilegales es más valiosa.
¿Se premia el esfuerzo y la honestidad?
¿Qué oportunidad encuentra un joven que salió del bachillerato para trabajar medio turno y estudiar la universidad?
¿Dónde, un adulto sin carrera, puede encontrar un trabajo que le ofrezca más de 20 mil pesos al mes de ingresos?
¿Cuáles opciones se ofertan en México a una persona pobre para abandonar su situación económica?
Esas respuestas no importan, porque las personas que deben aportarlas y exigirlas están muy divertidas defendiendo o criticando la disminución del 21% de los homicidios en lo que va del sexenio, las vacaciones de 12 días y a los consejeros del INE, se montan en los pobres para pedir más impuestos que permitan regalar más centavos a los desprotegidos.
La respuesta también incluye aquella en la que se asegura que la violencia en realidad no importa porque se vive una vida sana y sin drogas. Porque no se sale de noche y quizá ya cobra la Pensión del Bienestar.
¿Importa la violencia? Si en mis ratos de soledad tomo un boleto para iniciar el viaje a la inconsciencia, abastecido, abastecida o “abastecide” por ese que quizá mañana esté en la lista de muertos o desaparecidos. Y si acaso importa exijo otro viaje para escapar de la politiquería, hipocresía y violencia que disfrazamos de datos para evitar ver el rostro de la pobreza.
¿Criminalizar la pobreza? No. Pero aceptemos que abaratamos la honestidad, devaluamos el cumplimento de la Ley, satanizamos la generación de riqueza, relajamos la exigencia de capacidades de nuestras autoridades e incrementamos la dependencia en nuestra sociedad política que cada día más actúa como casta.